UNA BODA DE CUENTO
Celia y Jaime, protagonistas de un día mágico
Princesa, príncipe, carroza, castillo, bosque, boda… y a los dragones seguro que los vencieron antes de celebrar su día. Cuando he vuelto a ver las fotos de la boda de Celia y Jaime, con más calma, me ha dado la sensación de estar leyendo un cuento. De los bonitos, por supuesto. Esta extraordinaria pareja me conquistó desde el primer día. Simpáticos, cercanos, sonrientes, felices, guapos, centrados en su historia y con las ideas muy claras.
Hubo una fusión interesante entre la cultura valenciana y la vasca y encajaron a la perfeccción. Una boda a lo grande, con muy buen ambiente y mucha marcha.
Comencé con los preparativos en casa de los aitas de Celia, una familia encantadora. Mariana Guevara, la maquilladora, ya estaba en plena faena. La casa se fue abarrotando de familiares, amigos y vecinos. A pesar del pequeño alboroto Celia mantuvo la calma en todo momento e incluso se atrevió a calmar a los que se ponían nerviosos.
Todo estaba preparado para que Jaime le esperar ya en la iglesia. Dejé a Celia y me adelanté a retratar los primeros momentos del novio y la llegada de los invitados. Allí conocí a Niko, antiguo cámara de TVE y amigo de la familia que filmaría la boda. Un placer Niko.
Como manda el protocolo los invitados fueron entrando a la iglesia seguidos de Jaime y su madre quienes querían esperar a Celia en el altar.
Y llegó la novia en un Austin-Healey 3000 conducido por su padre. Venían radiantes los dos. ¡Espectaculares! Lo que más me llamó la atención de su entrada fue que practicamente todos los invitados de la zona del pasillo central, movil en mano, no dejaban de grabar o fotografiar la entrada. Gracias a los focos que instaló Niko para iluminar a Celia y Jaime las fotos ganaron volumen.
Tras la ceremonia una pequeña sesión que no duró más de 30 minutos. Dejaron claro que no querían perder mucho más tiempo haciendo estas fotos de pareja. ¡Perfecto! no es necesario dedicarle más tiempo. Dimos un peqeuño paseo con el coche y llegamos a Torre Satrústegui. Demasiado sol para las fotos a esas horas del mediodía y demasiado calor para los invitados pero las vistas y el entorno eran espectaculares. Gracias al equipo de Torre Satústegui por tratarme tan bien.
Montaron una preciosa carpa abierta por los lados de manera que daba la sensación de estar comiendo casi al aire libre, rodeados de árboles y verde. Y por fin llegó la fiesta con un ambiente inmejorable.
¡Gracias Celia y Jaime! Fue un día de cuento…